Suturas quirúrgicas
En la mayoría de los casos la sutura no es el acto más importante de una intervención pero la cicatriz resultante es considerada como un calificador de la labor del profesional que realiza la intervención. Esto es algo muy común en la Cirugía Plástica donde se espera que la cicatriz quede lo más imperceptible posible.
En el resultado final entran en juego muchos factores que hemos explicado en ocasiones anteriores pero una técnica de sutura traumática o incorrecta puede añadir más detritus metabólicos a los ya causados por el traumatismo causante y retrasar todo el proceso de cicatrización.
El material elegido para la sutura es muy importante en el resultado. La posibilidad de contaminación de dicho material varía según sus características físicas, su resistencia a la tracción o el diámetro del hilo a usar.
Cuanto menor es el diámetro menos traumático es para el tejido pero la resistencia a la tracción es tambien menor. Este diámetro viene designado por el número de 0 que tenga (más 0 menos diámetro).
Las suturas se clasifican en dos grandes grupos en funcion de su resistencia a la degradación enzimática de los tejidos vivos: son reabsorbibles si se degradan o no reabsorbibles si no se degradan.
Ambos grupos se subdividen a su vez en monofilamentos (un hilo formado por una sola estructura) y multifilamentos (un hilo trenzado con más de una estructura).
Cuando acudimos a un profesional y “nos ponen puntos” como se comenta coloquialmente, a menudo nos ceñimos al número de ellos como muestra de la magnitud de la incisión pero en realidad hay muchos factores a tener en cuenta a la hora de cómo suturar y con qué material ya que factores como las características cicatrizantes del tejido afectado, como la localización de la incisión o la presencia de contaminación de la zona nos obligan a ser conocedores de la técnica de sutura en profundidad para obtener los mejores resultados a posteriori.