Orígenes de la Cirugía Plástica
Actualmente estamos familiarizados con la cirugía plástica, pero un sector de la sociedad aún lo relaciona con aquellos procedimientos cuyo objetivo es solamente mejorar el aspecto de las personas. Al repasar los orígenes de la cirugía plástica, vemos que los objetivos iniciales fueron y son bien distintos y que se trata de una especialidad muy completa que ha aportado grandes logros al desarrollo de la cirugía en general.
El Papiro Ebers, encontrado en Luxor y que data de 3.000-2.500 años AC es el documento más antiguo del que se tiene evidencia; ya entonces se describen tratamientos quirúrgicos de abscesos, tumores y de quemaduras.
El Código de Hammurabi, que data de 1.750 AC, es un código de leyes auspiciado por el rey de Babilonia con el mismo nombre, el más antiguo conocido. Incluye normas en el ejercicio de la medicina, ya hace referencia a las intervenciones quirúrgicas pero más en relación con los honorarios y la mala praxis.
Las evidencias también demuestran que los médicos egipcios muchas veces se centraban en la curación de una sola parte del cuerpo humano. Esta forma antigua de especialización médica fue documentada por primera vez en año 450 A.C. por el historiador Heródoto.
En la India, en el siglo III-IV DC se escribió un texto, el Sushruta Samhita, basado en la medicina tradicional india o ayurveda. Describe muchas enfermedades y tratamientos. Entre ellos un colgajo frontal para reconstruir una nariz amputada que se conoce hoy en dia como “indian flap”. En aquel tiempo, la nariz era considerada un signo de reputación y respeto, por lo que a los criminales se les castigaba con la amputación de la misma, por lo que era muy común el ver amputados de nariz.
En la Grecia Clásica destaca la figura de Hipócrates, el padre de la medicina, quien describe como debe ser y ejercer el cirujano y define lo que es la cirugía:
”La cirugía trata del paciente, el cirujano, los ayudantes y los instrumentos: el tipo y la orientación de la luz; la colocación idónea del paciente y los instrumentos; la hora, el método y el lugar. El cirujano debe sentarse en un lugar bien iluminado y confortable, para él y para el paciente. Las uñas debe cortarse ralas. El cirujano debe aprender a manejar sus dedos mediante la práctica continua, siendo de especial importancia el índice y el pulgar. Han de moverse bien, con elegancia, deprisa, ágilmente, con limpieza y al momento…”
El Corpus Hipocrático consta de 17 grandes tratados, 8 de los cuales son estrictamente quirúrgicos.
En la Roma Clásica ya había cirujanos que se dedicaban a borrar cicatrices que marcaban a esclavos o a huidos de la guerra. En el siglo I ya se describen cirugías de nariz, ojos, labios o dentadura. El mismo emperador Justiniano II fue sometido a una rinoplastia en el año 525 tras perder la nariz en el campo de batalla.
Orsabio, medico real bizantino, en su Synagogue Medicae dedica espacio a la reconstrucción de defectos faciales, especialmente la nariz.
Durante la Edad Media se estancó el desarrollo de la medicina pero en el Renacimiento destaca la figura de Tagliacozzi (siglo XVI), que realizó rinoplastias basándose en sólidos conocimientos anatómicos. Ademas realizó cirugía de orejas y labios.
Posteriormente, descubrimientos tan importantes en la medicina como la circulación de la sangre (William Harvey), amplio conocimiento anatómico (Hunter), la teoría de la sepsis y antisepsia (Lister) y el descubrimiento de la anestesia, por mencionar solamente algunos, contribuyeron al desarrollo de la cirugía en general.
El mayor avance de la cirugía plástica que conocemos actualmente se dio a partir de la Primera Guerra Mundial, donde la metralla producía devastadoras heridas faciales. El médico de origen neozelandés Harold Gillies fue pionero en la cirugía de reconstrucción facial en heridos de guerra, sentando las bases para la cirugía reconstructiva y reparadora actual.
Con la Segunda Guerra Mundial, se amplió el abanico de intervenciones, atención de grandes quemaduras (McIndoe), también debido al desarrollo del dermatomo para injertos de piel (Padgett en 1939, aunque la idea ya la había tenido Finochieto en Argentina en 1920).
El legado de personalidades como Gillies o McIndoe contribuyó a que, tras las guerras, este tipo de cirugía alcanzara mayor sofisticación.
A lo largo del siglo XX, se comenzaron a realizar procedimientos que intentaban mejorar el aspecto de estructuras, aunque no fueran heridos ni mutilados, con lo que apareció el concepto de cirugía estética, añadiendo otra faceta a la de reconstrucción y reparación.